La aparición de la pandemia de Covid-19 ha traído consigo un paso de gigante en la digitalización de la sociedad. Un avance en el que las empresas han llevado gran parte de la iniciativa, obligadas a mantener su actividad a través del teletrabajo y la habilitación de servicios en remoto a los clientes. No obstante, la aceleración de este proceso ha venido acompañada por un incremento sin precedentes de los ciberdelitos, convirtiendo este problema en el riesgo que más preocupa a las empresas en la actualidad, tal y como constata la ‘Encuesta Global de Gestión de Riesgos 2021’, elaborada por Aon. Y es que, entre 2018 y 2020, los ataques de ransomware se han disparado un 400%, lo que ha provocado el encarecimiento de los ciberseguros y una reducción de la oferta.
El segundo riesgo que genera mayor inquietud entre los máximos ejecutivos de las empresas es el de la interrupción del negocio. Sin duda, la paralización de la actividad que provocó la pandemia en prácticamente todo el mundo ha tenido mucho que ver en que este riesgo ocupe un lugar destacado en esta clasificación. A esta realidad hay que sumar factores como la creciente dependencia de la tecnología o la ruptura de las cadenas de suministros, que ha llevado a los directivos a reconocer que las interrupciones del negocio pueden llegar a ser sistémicas y no solo eventos puntuales en mercados concretos.
El tercer riesgo en importancia que destaca en la lista de los ejecutivos de las empresas es el de la desaceleración económica. Un temor que tiene su justificación en los datos del año 2020, cuando la economía mundial sufrió un retroceso del 3,2%. Es cierto que, una vez superado el shock inicial que produjo la paralización de la actividad económica, vino una fuerte y rápida recuperación en la mayoría de los países. Sin embargo, la sensación de volatilidad incrementa la incertidumbre sobre el rumbo que puede llevar la economía mundial.
A estos tres grandes riesgos se añaden otros que ofrecen un panorama claro de cómo se perciben desde la empresa las perspectivas para el futuro a corto y medio plazo. Completan la clasificación de los 10 principales riesgos, por este orden: el incremento del precio de los productos básicos por la escasez de materias primas, el daño reputacional a la marca, los cambios regulatorios, la posibilidad de una nueva crisis sanitaria derivada una pandemia, los fallos en la cadena de suministro o de distribución, el aumento de la competencia y la incapacidad para innovar y satisfacer las necesidades de los clientes.