La epidemia desatada en nuestro país por el tristemente famoso coronavirus ha cambiado profundamente nuestra forma de vida. Hasta tal punto, que casi todo lo que hace unas semanas dábamos por seguro hoy nos provoca un mar de dudas. La rapidez con que se suceden las medidas extraordinarias por parte del Gobierno y la proliferación de fake news hacen muy difícil distinguir lo permitido de lo prohibido o lo que funciona de lo que no.
Uno de los bulos que corrió por internet y las redes sociales fue que la sanidad privada no prestaría servicio a los clientes que tuvieran un seguro de salud. Nada más lejos de la realidad. Si tiene un seguro de salud, sigue plenamente vigente. Si bien es cierto que, como principio general, las pandemias no están cubiertas por estos seguros, la verdad es que las compañías de seguros han dado un paso al frente y, antes de que se calificara siquiera la enfermedad como pandemia, ya mostraron su total disposición a sufragar los costes del diagnóstico y tratamiento de infecciones por Covid-19.
Para la atención de enfermedades ajenas a la epidemia, la mayor parte de aseguradoras y la red hospitalaria de la sanidad privada sigue prestando servicio a todos los asegurados, aunque para ello han tenido que adaptarse a las limitaciones que impone la obligación de permanecer en casa salvo caso de estricta necesidad. En pocos días, las compañías de seguros de salud han creado o potenciado novedosos sistemas de atención telemática, que permite a los pacientes resolver dudas, realizar videoconsultas con un médico, resolver trámites y un sinfín de servicios sin tener que desplazarse físicamente.
Las compañías de salud han demostrado ser punteras en servicios digitalizados y, con la llegada de esta crisis de salud pública, están siendo capaces de resolver gran parte de las necesidades de los pacientes de manera remota, contribuyendo así a que la cuarentena y la lucha contra el coronavirus sea más aún más eficaz.