Las personas son la base de una empresa.
Cualquiera que sea su ámbito de actuación, la actividad desarrollada e incluso el tamaño, la vertiente humana es imprescindible para alguno de los niveles de producción.
Tanto en el caso de tomar la definición de empresa en el ámbito más clásico de su significado, como una entidad en la que intervienen capital y trabajo como factores de producción de actividades industriales o mercantiles o para la prestación de servicios, como si adoptamos la vertiente más descriptiva, definiéndose como la acción o tarea que entraña esfuerzo y trabajo, desde ambas perspectivas acabamos apuntando al origen y causa de su nacimiento y desarrollo: las personas.
Cada empresa posee su propio contexto, su aportación de valor, sus competencias y amenazas, pero también las mejores, o las que sobreviven mejor al paso del tiempo, destacan por factores como la estrategia y la planificación, de la propia organización empresarial y de los servicios profesionales que se ofertan.
De este modo, la actividad empresarial y los frutos de su estrategia se encuentran en permanente riesgo por factores que pueden ser externos a ella, o internos. Muchas empresas tienen esquemas replicables y escalables, pero en todas se alberga el deseo de proteger todo aquello que fundamenta el éxito y supervivencia de la misma, y de entre todos esos activos estratégicos irreemplazables, o al menos de difícil recambio, el principal activo de la empresa son las personas, especialmente aquellas cuya actividad aporta un valor diferencial y competitivo.
Si nos preocupa el presente de la empresa y su futuro, la protección de sus principales activos frente a todos los riesgos que podamos prever es sin duda la actitud más lógica a adoptar.
El apoyo de proveedores, clientes, y del propio personal de la empresa se fundamenta en muchos casos en la confianza de que se está realizando una adecuada protección de los valiosos activos que la componen, especialmente de sus miembros más eficaces y difícilmente reemplazables.
Así, si bien máquinas y procesos pueden replicarse y reponerse con cierta facilidad, identificar las personas críticas de la empresa, aquellas que le confieren su valor y su visión a nivel de colaboradores, empleados o socios, resulta imprescindible si queremos garantizar la continuidad de la misma y minimizar los riesgos que el déficit de capitalización común en nuestro tejido empresarial puede provocarnos.
Minimizar ese riesgo y absorber el impacto son los objetivos de Quality Brokers.
Desde nuestra empresa somos capaces de articular una ingeniería de procesos así como de colaborar en la búsqueda de alternativas operacionales y estratégicas con el fin de poder armas los recursos suficientes y una estructura capaz de soportar el difícil reto de la continuidad empresarial ante la pérdida de personas clave.
En Quality Brokers trabajamos personas, para personas. Y sabemos qué es lo importante.